Fortnite y la adicción a los videojuegos

Fortnite, es el juego de moda en el que muchos niños y adolescentes pasan horas y horas delante de la pantalla y por el que muchos padres empiezan a estar preocupados sobre cómo deben gestionar el tiempo que dedican a sus hijos, ya que tiene un componente altamente adictivo. Recientemente se celebró en la Universidad de las Islas Baleares una conferencia sobre el Fornite que desbordó todas las expectativas. Con más de 200 inscritos, el aforo se desbordó y fue necesario poner una nueva fecha para poder atender toda la demanda de padres que habían quedado fuera en la primera ocasión.

De qué se trata Fortnite?

Según informaciones de SuperData, el mes de Marzo de 2018 había recaudado 223 millones de dólares, estableciéndose como todo un fenómeno a nivel mundial.

Tiene dos modos de juego: una versión en solitario que se llama Save the World y otro multi jugador, que es Battle Royale y principalmente es el modo en el que todo el mundo se encuentra pegado. Este último consiste en reunir hasta 100 competidores en una isla con el objetivo de sobrevivir. En un guión muy similar a la novela y película «El juegos del hambre» los jugadores tienen que espabilar para encontrar armas y construir su propia fortaleza con el objetivo de acabar con todos sus oponentes y ser el ganador final de la partida.

Es un juego gratuito pero tiene la posibilidad de hacer compras dentro del juego para conseguir armas y accesorios que puedan dar una ventaja competitiva frente a los demás.

El hecho de ser un videojuego multiplataforma, implica que se pueda jugar a través de la consola, el ordenador o el móvil y hace más difícil el control del uso por parte de los padres, ya que pueden desconocer este hecho . En consecuencia, que se le retire o controle el uso del PC o la consola a su hijo en casa no garantiza que no pueda continuar jugando desde un su teléfono a escondidas.

 

¿Por qué resulta tan adictivo?

El juego está magistralmente pensado para crear adicción, ya que tiene una estructura y mecánica del juego que en el fondo incita a tener la misma sensación que uno puede tener cuando juega a las máquinas tragaperras.

Las partidas son muy cortas, como mucho de 20 minutos, pero puede terminar en menos de un minuto si somos eliminados a las primeras de cambio. Esto puede hacer caer en el autoengaño de pensar «voy a hacer una más y punto». Además existe un factor suerte y de azar bastante potente, ya que en jugadores principalmente inexpertos es muy fácil ser vencido por los otros, generándose en un mismo la sensación de haber causado baja de forma aleatoria e incontrolable. A medida que van progresando en el juego y ganando percepción de control, los jugadores se sienten atraídos por la creciente posibilidad de ser los vencedores y esta expectativa es la que actúa como uno de los reforzadores más atractivos y potentes que contribuyen al enganche.

Por otro lado, el hecho de estar compitiendo de manera contra otras personas con las que poder conversar, discutir o incluso insultarse y no estar jugando contra una máquina, añade otro factor extra de competitividad en la olla para terminar cocinando un producto altamente adictivo.

 

Señales de advertencia de la adicción a Fortnite

Hasta hace unos años no se consideraba que hubiera evidencias suficientes para establecer la adicción a los videojuegos como un trastorno mental y de la conducta. Este hecho ha cambiado cuando la Organización Mundial de la Salud la incluido oficialmente en la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11) que será presentada el próximo mes de Mayo de 2019.

Signos y síntomas en sirven para identificarla:

Pasa mucho tiempo pensando en los juegos, incluso cuando no juega, o planifica cuando podrá jugar más tarde?

Se siente inquieto, irritable, malhumorado, enfadado, ansioso, aburrido o triste cuando intenta dejar de jugar o cuando no puede jugar?

Siente la necesidad de incrementar el tiempo que dedica a jugar a juegos más emocionantes o cree que debe invertir en comprar consolas u ordenadores más potentes para obtener el mismo nivel de disfrute que solía conseguir?

Ha pensado o afirma que debería jugar menos, pero no puede reducir la cantidad de tiempo que pasa jugando?

Ha perdido intereses que tenía antes o ha reducido su implicación en otras actividades recreativas (aficiones, quedar con amigos) debido al juego?

El niño o joven ha continuado jugando aunque sabía que habría consecuencias negativas, tales como no poder dormir lo suficiente, llegar tarde a la escuela oa trabajar, gastar demasiado dinero, discutir con los demás o ha llegado a descuidar algunas tareas o deberes importantes?

Juega para escapar o olvidarse de problemas personales, o para aliviar sentimientos como la culpa, la ansiedad, la desesperanza o la depresión?

Ha disminuido considerablemente su rendimiento académico debido al juego?

Si se responden afirmativamente a la mayoría de estas preguntas, es muy probable que nos encontramos ante un caso de trastorno de conducta por el que sea muy recomendable consultar a un especialista para recibir ayuda profesional.

 

 

Bernat Coll

psicólogo