Tenemos que hablar a los hijos sobre su diagnóstico?

Cuando los padres reciben el informe final de su hijo en un proceso de evaluación y diagnóstico es muy común que se planteen esta cuestión. Le debemos contar el resultado de las pruebas?

Algunos padres creen que ocultar la información a sus hijos con TDAH, Dislexia o Discalculia será mejor para no hacerles daño. Cuando hemos piden mi opinión siempre respondo que no creo que esta sea la mejor idea ya que el hijo tiene todo el derecho del mundo a saber qué le pasa, sobre todo porque esto le ayudará a implicarse en su propio tratamiento, a saber cuáles son sus dificultades tiene y cómo encararlas.

Ocultar la información para no hacerle daño a un niño, tiene efectos colaterales que a la larga pueden resultar mucho más nocivos que el sufrimiento inicial que en un principio se quería evitar. Aparte, a menudo no pensamos pero hay que tener en cuenta que los niños son mucho más listos de lo que pensamos y siempre están atentos a nuestras conversaciones aunque parezca que no escuchan. Si no es debido al pueda sentir en casa, será en la escuela, pero tarde o temprano el niño se enterará de lo que tiene.

A los padres siempre les recordaría que más vale que se entere por vosotros, y lo antes posible para que más adelante siempre le podrá echar en cara que no le haya dicho la verdad en su momento. Además, se podría llegar a magnificar excesivamente el hecho de no haber contado toda la verdad.

 

Qué inculcamos a nuestros hijos ocultando información?

Ocultar información supone generar inquietud y ciertos miedos a nuestros hijos miedo ( «Si no me lo han dicho, es que es algo grave») .Los niños, aunque sean pequeños ya se observan a sí mismos y se comparan constantemente con los otros alumnos de clase y pronto saben si su rendimiento es lo que toca o hay algo que no va bien en su aprendizaje. Conocer el problema evitará que el niño pueda pensar que es poco inteligente y se sienta inferior ante los demás.

En segundo lugar, y aunque a veces no resulte evidente, no les estamos enseñando a encarar las dificultades de la vida. Y esto, aunque sea con toda la buena intención del mundo, no les ayudará a hacerse fuertes ante todos los retos a los que deberán enfrentarse durante toda su etapa escolar.

 

Esconder la cabeza bajo el ala

Mantener esta «mentira piadosa» en el tiempo para no hacer daño, produce un efecto bola de nieve. Para los padres, conforme va pasando el tiempo, se va volviendo más difícil no sólo mantener esta mentira, sino también encarar la verdad. Y nunca encuentran el momento de plantearle a su hijo las cosas como realmente son. Empiezan a tener miedo de su reacción y ese miedo se va creciendo a medida que pasa el tiempo y el hijo va tomando más conciencia de lo que ocurre a su alrededor.

Y por otro lado, los niños no son tontos. Van creciendo y, tarde o temprano, comienzan a cuestionar a sus padres y les exigen respuestas.

 

¿Dónde está la oportunidad?

Esconder la cabeza bajo el ala como hacen los avestruces, hace que se desperdicie una gran oportunidad para compartir en familia lo bueno y el malo. Hace que se pierda una oportunidad para afrontar los retos conjuntamente, de ayudarse mutuamente y que se puedan celebrar los éxitos y aprender todos los fracasos.

Hablar de todo esto con nuestros hijos, y también de sus capacidades y potencialidades que poseen, a pesar de su trastorno es hacer el camino juntos, es ayudarles a madurar, a crecer, a reafirmar su personalidad, a avanzar de frente y que sientan que apoye firmemente para que superen sus dificultades.

Superar un trastorno del neurodesarrollo es una tarea larga y nada fácil que requerirá de un gran esfuerzo por parte de todos y siempre será más mejor si este camino se hace en conjunto, sin mentiras y con orgullo.

Qué hacer entonces?

Hay que utilizar el sentido común, antes de nada. Decir mentiras, nunca. ¿Ocultar información? Tampoco. En todo caso, lo que hay es dosificar esta información en función de la edad y vigilar muy bien que se transmite y, sobre todo, cómo se transmite.

En muchas ocasiones puede ser bueno que sea el terapeuta de su hijo lo que le recomiende que es lo que puede como lo has de decir, a la vez que también pueda realizar un acompañamiento en este proceso hablando con el niño o la niña directamente.

En muchas ocasiones también puede resultar muy beneficioso que se haga una charla ante toda la clase para explicar por ejemplo, en que consiste la Dislexia y cuáles son las adaptaciones que necesita su hijo. De esta manera evitaremos suspicacias y susceptibilidades de los otros alumnos cuando se le adapten los exámenes o los criterios de corrección.

 

Todo se puede decir, pero es muy importante como se llame porque esto hará que el niño reciba las cosas de una u otra manera. Lo que se diga y como se llame, dependerá de la edad del afectado.

 

Bernat Coll

psicólogo