5 Claves para resolver el problema de los deberes

 

no vull fer els deures

Llega la tarde, y después de la escuela empieza a muchos hogares la ‘gran batalla’ diaria por el tema de los deberes escolares. Rabietas, quejas, llantos, súplicas y promesas de «ya lo haré más tarde», «déjame ver un rato más la televisión» … o en otros casos, «no lo entiendo, por favor ayúdele me», «no lo sé hacer «…

Jornadas maratonianas de deberes que empiezan después de la merienda y que a veces terminan mucho después de la hora de cenar hacen que éste se convierta en el momento más odiado tanto para los hijos como para los padres. En estos hogares nos encontramos varias causas que están construyendo el problema.

Ausencia de horarios

Cuando no hay unos horarios bien delimitados, corremos el riesgo de que los deberes sean la última tarea que queda por hacer después de un día de clases, actividades extraescolares, meriendas y juegos. Empezar a hacer los deberes a última hora de siempre será más costoso por el cansancio acumulado. Sin embargo, aunque empezamos a primera hora de la tarde, tampoco es bueno no tener un límite de tiempo, ya que esto favorece que el niño tenga la percepción de que le sobra en exceso el tiempo.

Excesivas ayudas

Muchos niños son incapaces de escribir una sola línea si no tienen alguno de sus padres todo el tiempo junto para resolver las dudas y cuestiones al instante. Este hecho suele desencadenar un perverso sistema de falsas creencias entre padres e hijos. Los primeros creen que su hijo no puede llevar a cabo la tarea y dedican mucho más apoyo y atención de lo necesario, guiando excesivamente hasta llegar a dar demasiadas pistas contestando las preguntas o resolviendo los problemas, bien en el momento de hacerlo las o después en la corrección, donde se hace de manera que el niño se mantiene de manera pasiva y espera que le ayuden a hacer todas las tareas sin tener que esforzarse cognitivamente.

Castigos y premios

A veces, para conseguir que hagan la tarea, los padres recurren a otra serie de estrategias y recursos que pueden empeorar el problema. Igual de peligroso puede ser el hecho de premiar como el de castigar si no se hace proporcionalmente. Por ejemplo: es igual de malo premiarle con la compra de un videojuego si ha hecho los deberes una tarde como lo es el hecho de castigarle un mes sin televisión si no les ha hecho, castigo que difícilmente seremos capaces de hacer cumplir. Se pueden incentivar a los niños para que hagan las tareas, pero debemos recordar que no están haciendo nada más que cumplir con su obligación y responsabilidad. No se debe premiar con cosas extraordinarias que salgan fuera de lo común ni que sean necesariamente premios que requieran la compra de cosas materiales.

Lugar de estudio inadecuado

Muchos de niños quieren hacer los deberes en la sala, con la tele encendida, con sus padres cerca o en presencia de sus hermanos jugando alrededor. En otros casos, los enviamos a sus habitaciones llenas de juguetes, ordenadores, videoconsolas y pósters en las paredes. En estos ambientes y situaciones, puede llegar a ser muy difícil estudiar.

Pautas y acciones que podemos poner en marcha

1. Establecer un horario fijo. Preferiblemente, todos los días a la misma hora, lo antes posible para evitar el cansancio acumulado de todo la tarde. Elaborar un horario visual con todas las actividades que realiza durante toda la semana y dejando bien claro el espacio reservado a estudiar y hacer los deberes.

2. Buscar un lugar adecuado para el estudio. Para facilitar la adquisición de una buena rutina de trabajo es esencial que el niño estudie en su habitación o en un lugar silencioso y libre de distracciones. Debe disponer de una mesa vacía, con buen luz y con todos los materiales que necesite a mano. Conviene que la mesa se sitúe frente a la pared y no directamente delante de una ventana para evitar la tentación de mirar en él.

3. Elaborar un planning. Sirve de gran ayuda hacer un planning en una pizarra o cartulina grande donde queden marcadas las diferentes horas de que dispone el niño para realizar sus actividades extraescolares y el tiempo disponible que tiene para estudiar y hacer los deberes.

4. Poner un tiempo limitado. Utilizar un cronómetro. Este tiempo se verá modificado en función de la edad y las necesidades académicas del curso. Para niños que cursan Primaria suele ser suficiente una hora de trabajo al día entre hacer los deberes y un pequeño tiempo de estudio. A partir de cursos de Secundaria suele ser habitual tener que dedicar una hora y media o más al día.

5. El refuerzo positivo. Llevar un seguimiento diario. Es muy importante utilizar el refuerzo positivo para ayudar a instaurar y mantener estas nuevas rutinas y hábitos en cuanto a los deberes y el estudio. Los niños necesitan saber que sus padres los apoyan y reconocen su esfuerzo. Es por ello que debemos prestar atención cuando lo han hecho todo bien y se lo tenemos que decir. También puede resultar de gran ayuda introducir un sistema de puntos que nos ayudará a realizar un seguimiento diario del esfuerzo y en el que los éxitos (puntos) podrán ser canjeados por recompensas.

Como conclusión, conviene recordar que para lograr un cambio en este tipo de situaciones se necesitan grandes dosis de paciencia, ser constantes y no decaer hasta conseguir que adquieran una rutina y hábito diario. Es muy probable que se requiera un cierto tiempo, pero el esfuerzo valdrá la pena.

Bernat Coll

psicólogo