¿Qué es la disfemia?

Este trastorno se caracteriza por la aparición de disfluencias que interrumpen el ritmo del habla

El lenguaje oral es el principal medio de comunicación con el resto de personas. Es un engranaje fluido de palabras que se conectan formando un mensaje. A menudo, los interlocutores cometen errores de habla espontáneos que ocurren en tiempo real y que hacen que lo que se quería expresar difiera de alguna manera de la idea planteada o bien se interrumpe la fluidez del discurso.

Cuando una persona presenta numerosas dificultades en la fluidez del habla podríamos estar ante un trastorno del habla. Lo más común es la disfemia, más conocida como tartamudez o tartamudeo. La disfemia es un trastorno de la fluidez del habla que se caracteriza por una expresión verbal con interrupciones en el ritmo de una manera más o menos brusca (Gallardo y Gallego, 1995). Son muchas las teorías sobre la causa de la disfemia (neurológicas, psicogenètiques, lingüísticas, psicológicas), aunque parece que no existe un único factor responsable.

SÍNTOMAS Y DIAGNÓSTICO

La disfemia se caracteriza por la aparición de disfluencias involuntarias que interrumpen el ritmo del habla. Los síntomas son: repeticiones de sonidos, sílabas o palabras; prolongaciones de sonidos; palabras fragmentadas; palabras inacabadas; bloqueo total del habla y de la voz, y interjecciones.

Para poder diagnosticar una disfemia en la infancia, el niño debe ser mayor de 5 años, ya que hasta ese momento las disfluencias se consideran propias del desarrollo y la explosión del lenguaje (disfemia evolutiva o transitoria). La aparición de los síntomas siempre debe ir acompañada de un grado de tensión muscular y el principal señal de alarma son las disfluencias intraparaula. Además, para poder confirmar el diagnóstico en la infancia y la adolescencia, la disfemia debe afectar en los ámbitos académico y social.

MANIFESTACIONES

La disfemia se manifiesta en tres áreas: lingüística, fisiológica y comportamental.

Las manifestaciones lingüísticas hacen referencia a la conducta verbal y algunas son el uso de muletillas para darse tiempo para expresarse, un lenguaje redundante con alteraciones sintácticas y un discurso poco coherente con abuso de reformulaciones.

Las manifestaciones fisiológicas están relacionadas con la respiración, la fonación y la articulación, y las más relevantes son las dificultades en la gestión del aire a la hora de hablar (coordinación fonorespitaòria), una excesiva tensión muscular que provoca la aparición de movimientos asociados y una alteración del ritmo final, que es más acelerado. Además, puede aparecer una descoordinación entre los movimientos articulatorios y el inicio de la fonación.

Las manifestaciones comportamentales más frecuentes son el mutismo y la inhibición temporal, el miedo a hablar y reacciones de angustia y ansiedad, conductas de evitación de la mirada con el interlocutor y un autoconcepto negativo.

Todas estas manifestaciones aumentarán o disminuirán en función de la situación. Cualquier situación comunicativa en que haya más presión, como hablar en público o con alguien desconocido, puede hacer que el tartamudeo se incremente.

INTERVENCIÓN

El profesional que se encarga de la intervención en la disfemia es el logopeda. La intervención de forma precoz es muy importante, ya que la mayoría de casos de disfemia aparecen alrededor de los cuatro años. La intervención precoz garantiza un alto éxito terapéutico.

El plan de actuación de la disfemia en niños siempre debe tener en cuenta una intervención indirecta sobre el ambiente y una intervención directa sobre el habla del niño. El objetivo de la intervención indirecta es disminuir los factores de riesgo, orientar a la familia sobre el problema y proporcionar estrategias para mejorar la fluidez del habla. En cuanto a los objetivos de la intervención directa, son: controlar la tonicidad de los músculos, controlar la respiración, mejorar la coordinación fonorespitaòria y controlar el ritmo del habla.

Si no se trabajan estos aspectos, las dificultades del habla afectarán estos niños de manera directa en el estado de ánimo y la imagen de sí mismos.

PAUTAS PARA LAS FAMILIAS

Fomentar un clima de comunicación agradable dedicando unos minutos al día para hablar de manera relajada.

No corregir al niño constantemente cuando se equivoque.

Darle todo el tiempo que necesite para hablar y expresarse.

Reforzar positivamente cuando hable con fluidez.

Durante el tartamudeo, hay que ser paciente y nunca interrumpir ni terminar la frase por él.

Recordarle que es mejor que hable despacio y estructure bien lo que quiere decir.

Dar un modelo adecuado: hablar con una buena dicción, de manera calmada y con las pausas pertinentes.

 

Caterina Alomar. logopeda