Mi hijo no quiere ir a la escuela

 

 

 

La escuela es el lugar donde los niños pasan la mayor parte de su tiempo y donde viven un gran número de experiencias tanto positivas como negativas. No obstante hay niños que manifiestan un gran rechazo a ir a la escuela que va más allá de una simple queja o rabieta y que no se resuelve espontáneamente en el tiempo.

Afortunadamente esta problemática afecta a una minoría de niños y tiende a darse entre el principio de la escolarización hacia los 3-4 años y más adelante hacia los 11-13 años aunque también puede darse en otros cursos si hay una otra problemática asociada como un trastorno del aprendizaje o una situación de acoso escolar.

Su comienzo en los niños suele ser repentino, mientras que en los adolescentes se va presentando de forma más gradual, con más intensidad y con peor pronóstico.

Los niños que tienen fobia a asistir a la escuela presentan síntomas fisiológicos y somatizaciones corporales asociadas a la ansiedad (taquicardia, trastornos del sueño, pérdida de apetito, náuseas, vómitos, diarreas, dolor de cabeza o de estómago, y muchos pensamientos y verbalizaciones negativas asociadas a todo lo relacionado con la escuela.

También es común que manifiesten una gran dependencia hacia los padres o cuidadores y es en esta relación que se construye el factor determinante que contribuye a mantener el problema.

La mayoría de padres no saben cómo afrontar la situación y es con estos intentos para intentar calmar y reconfortar a su hijo donde la respuesta fóbica, se mantiene y persiste por el beneficio que se obtiene al evitar la escuela con todo lo que la acompaña se reducen las tareas escolares, se les presta más atención, se quedan en casa con la excusa de no encontrarse bien y ven la TV o juegan a la consola durante toda la mañana. En otras ocasiones acuden inmediatamente a buscarlo cuando el maestro llama para informar que su hijo llora desesperadamente o dice encontrarse enfermo.

Estos beneficios son conocidos como la ventaja secundaria asociada al problema y no hacen más que incrementar las conductas de evitación y bloqueo ante las tareas escolares y la asistencia al centro escolar.Entre respuestas típicas que hacen pensar en la existencia de una fobia de tipo escolar, nos podemos encontrar niños que:

  • Se niegan a asistir a la escuela inventando mil excusas y retrasando su partida todo lo que pueden.
  • (En niños pequeños) Lloran, gritan y patalean cuando llega el momento de acudir a la escuela y si van a la escuela lloran y se cogen a su madre con fuerza para que no les deje.
  • Se quejan de todo tipo de dolores de cabeza, de estómago, de piernas … con gran variedad de síntomas fisiológicos, sudoración excesiva en las manos, náuseas, vómitos, diarrea … cuando se acerca el momento de ir a la escuela pero desaparecen si se les permite quedarse en casa.

Durante el fin de semana o en vacaciones nada les duele, y se encuentran perfectamente.

  • No confían en sus capacidades, lo que dificulta en gran medida su aprendizaje.
  • Planean todo tipo de respuestas de escape y evitación …

Ante esta situación, lo esencial es ser consciente de la gran importancia que tiene la actitud y la manera de actuar que puedan tener los padres a la hora de contribuir a mantener y en muchos caso exacerbar el problema.

Es por ello que conviene evitar todos los factores que proporcionan al niño un beneficio de la situación:

  • Evite prestar demasiada atención al problema ante su hijo, evite hablar en su presencia. Cuando ocurran las crisis, aunque le cueste, evite mostrar su trasiego y preocupación ante la situación.
  • No permita que su hijo se quede en casa jugando a la consola o viendo la televisión en lugar de acudir a la escuela. Si logra quedarse en casa, en su lugar hágale hacer alguna otra tarea más aburrida o que no le apetezca como por ejemplo: estudiar o realizar todos los deberes y tareas que no hizo por el hecho de no haber ido o aproveche para hacerle recoger su habitación.
  • No deje que no haber ido a la escuela le exima del cumplimiento de sus deberes y obligaciones por el hecho de no haber ido a clase.

 

Para estar más tranquilos, que no hay otro problema asociado es conveniente que:

  • Hable con los maestros de su hijo e intenta averiguar si hay algún problema de aprendizaje que esté interfiriendo en su rendimiento académico. Los niños con dislexia a menudo presentan este tipo de conductas cuando se inician en el aprendizaje de la lecto-escritura, pero puede pasar en cualquier momento de su vida académica.
  • Pregunten votrer hijo si hay algún otro alumno que le está molestando u otros padres si saben de la existencia de algún niño o niña que pueda estar acosando a los demás.

 

Cuando conviene acudir a una profesional?

Si su hijo sigue mostrando estos comportamientos después de haber modificado la actitud y impedido que su hijo pueda estar beneficiando del problema (eliminado las ventajas secundarias)

Cuando existe la sospecha de que pueda existir un problema de aprendizaje (dislexia, Discalculia, Déficit de atención) etc …

Cuando existe la sospecha de que su hijo pueda estar siendo víctima de acoso escolar por parte de un compañero.

 

 

Bernat Coll

psicólogo